¿QUÉ ES LA COMEDIA MUSICAL? – Por Sebastián Bandera.

UN SIGLO MUSICAL

¡Willkommen!… ¡Bienvenue!… Welcome!

Así, saludando en distintos idiomas y al son de unos ya clásicos acordes jazzísticos, el protagonista de uno de los musicales más épicos del siglo XX se abre paso en el escenario para dar la bienvenida a su “CABARET”

Un musical ambientado en un lugar dónde según cuenta su canción de apertura “La vida es hermosa, las chicas son hermosas y (por supuesto) la orquesta es hermosa”

Esa frase resume en gran parte la esencia de género que hasta hace algunos años se nombraba únicamente como Comedia Musical, más tarde Teatro Musical y actualmente alcanza con decir “Musical” para identificarlo.

Es uno de los géneros más complejos de llevar a escena y uno de los más respetados en gran parte del mundo. En el Río de la Plata experimentó una explosión tardía pero constante (más en Argentina que en Uruguay).

No ha llegado a erigirse en fenómeno de culto como en Estados Unidos, Europa o India, pero sí va consolidando un público fiel y siempre ávido de estos estrenos. Un público que espera con ansias el momento de viajar para asistir a estos espectáculos en destinos turísticos que ofrecen una mayor variedad de títulos, con producciones que suelen ser más ostentosas que las que permite a veces el mercado local.

SOBRE GUSTOS…

Y así como están los fans y cultores del género, hoy día seguimos encontrando resistencia en parte del público, sobre todo el latinoamericano, que duda de su validez artística por considerar que es un “producto para entretenimiento”. Una apreciación bastante reduccionista por cierto. ¿Acaso no sería válido también si fuera hecho con ese fin? Recordemos que el ‘Arte’ además de disfrutarse desde un plano intelectual, se puede vivenciar también desde lo sensitivo y lo estético, con meros fines de entretenimiento y sin que esto sea algo negativo.

Esa fama de “show liviano” o dicho de forma despectiva “espectáculo comercial” deriva de los inicios del género a fines del siglo XIX. En esos años la mayoría de los guiones eran superficiales, pues su cometido era simplemente servir de nexo para las canciones que se querían cantar o bailar, muchas veces sin siquiera estar conectadas con el argumento central de la trama. Pero conforme avanzaron las primeras décadas del siglo XX, el género desarrolló y perfeccionó su aspecto dramatúrgico y logró ensamblar con exito la trama principal y las composiciones musicales. Logrando en la mayoría de los casos no solo que las canciones sean parte orgánica de la historia, sino incluso convertir varios de esos momentos musicales, en lo más memorable e icónico de la obra. Citemos ejemplos escénicos bastante populares como el momento del balcón en ‘No llores por mi Argentina’ (de la famosa “Evita”). La secuencia de apertura de “El Rey León”, el festín que arma el Candelabro Lumiere en “Bella y Bestia” o la famosa ‘gravitación’ que elevo por los aires la taquilla de “Wicked”.

Sin extendernos en un análisis histórico, cabe reseñar que los orígenes de esta expresión escénica se nutre de distintas fuentes teatrales, sobre todo de las europeas del siglo XIX, el Vaudeville Francés, la Opereta, la Ópera Cómica. Yendo aún más atrás, la Comedia del Arte y yendo un poco más adelante, las performances de Varieté. Estas últimas recorrían pueblos a modo de pequeñas compañías. Eran shows de variedades sin unidad dramática pero que ya incluían canciones populares, bailarines, acróbatas y números cómicos.

Sobre todo en estos últimos modelos de shows, era habitual combinar en escena esos 4 elementos: Actuación, Canto, Baile y Música (casi siempre en vivo) por lo que no se tardaría mucho en avanzar hacia lo que hoy conocemos con el nombre de Comedia Musical o Musicales.

¿HAY DIFERENCIAS ENTRE TEATRO MUSICAL Y COMEDIA MUSICAL?

Sí. Las hay. No cualquier obra de teatro por más que use música puede ser considerada un Musical (o comedia musical). Incluso aunque uno o más personajes interpreten alguna canción o coreografía. Se requieren más elementos para que se le considere como tal y que no se trate solamente de una obra con canciones.

Para poder diferenciar con claridad una y otra fórmula (y entendiendo que tienen sus semejanzas) debemos plantearnos la siguiente pregunta: ¿Si quito las partes cantadas o bailadas, la obra se entiende igual o pierdo parte de la trama?

Si la respuesta es: “Pierdo parte de la historia” entonces estamos ante un Musical (porque en éstos las canciones son parte sustancial de la historia)

Si la respuesta es: “Quito las canciones y la historia se entiende igual”, entonces se trata de una Obra con canciones (o un Drama con música incidental)

Por supuesto, como en toda expresión artística y cultural hay mucho experimento y reinvención constante, por lo que podemos encontrar obras y películas que escapen a estas clasificaciones. Pero a grandes rasgos – y aunque suene a trabalenguas – lo que diferencia a un “Musical o Comedia Musical” de una Obra con Coreografías o del Teatro Musicalizado, es lo que acabamos de explicar: el lugar que ocupan las canciones en la trama y la importancia que tengan estas en la comprensión de la historia.

Existen otros sub-géneros y variantes que analizaremos en próximos artículos, dónde veremos que de acuerdo al uso mayoritario de canciones por encima del texto (o la ausencia absoluta de texto hablado) se le conoce con otros nombres, por ejemplo Ópera Rock (donde los diálogos se articulan 100% a través de canciones)

UN MAPA MUSICAL

El recorrido histórico de los musicales tuvo un gran salto geográfico en la primera mitad del siglo XX, cuando los capitales europeas del teatro empezaron a ceder lugar en el mapa turístico mundial (en parte debido a la Primera y Segunda Guerra Mundial) por lo cual al otro lado del Atlántico y con la consolidación del Cine Sonoro, Estados Unidos construye un imperio del entretenimiento en base a grandes películas -muchas de ellas musicales- con epicentro en la costa oeste (Hollywood).

Mientras tanto el Teatro no dejaba de crecer como industria en todo el territorio, intentando en muchos casos emular aquella espectacularidad visual que el público encontraba ahora en las pantallas de cine, donde comenzaron a sonar fuerte nombres de compositores que harían historia, como Cole Porter, George Gershwin o Rodger & Hammerstein. Esto sembró un camino fértil para que en pocas décadas, tanto en el cine como sobre las tablas, el imaginario mundial empezara a ver en el país del norte la meca del espectáculo. Concretamente en Nueva York y específicamente en “Broadway”, la principal atracción de la Gran Manzana cuya corona solo es disputada por el “West End” de Londres. Y cabe mencionar que en la última década ha cobrado cierto prestigio la «Gran Vía» de Madrid como destino turístico para disfrutar de estos mismos títulos pero en Español.

Y SIGA EL JAZZ…

Con ciertos altibajos en la gran pantalla pero tras el auge vivido durante los años ’50 y ’60, el musical consiguió afianzarse como género dentro de las Artes Escénicas con grandes hitos. Logró consolidar una verdadera industria con millonarios ingresos en venta de entradas y es hasta la fecha el principal factor de convocatoria turística Nueva York. Se instó a la creación de un galardón de gran prestigio: los Premios Tony (considerados los Oscar del las tablas) y la veneración que provocó en generaciones de espectadores, llevó a que la ‘formación en artes escénicas’ se volviera materia de preparatoria en los institutos de enseñanza.

Parte de ese prestigio lo generó aquel CABARET que nombramos al principio. Porqué instaló en los años ’70 lo que hasta el momento no existía: el «musical conceptual» dónde se demostró que se podía dar un gran mensaje en el libro de base, potenciándolo con el trabajo conjunto de todas las demás áreas. La creación de la música, letras, coreografías, vestuario, diseño escenográfico e iluminación, se retroalimentaban de las visiones conjuntas de autores, productores directores y técnicos.

Se consagran por entonces grandes combos creativos como Stephen Sondheim, Jerome Robbins y Leonard Bernstein (West Side Story) John Kander, Fredd Ebb y Bob Fosse (Chicago) o Harold Prince y Andrew Lloyd Weber (Evita)

Comenzando con este último la ‘era del rock’ por decirlo de alguna manera, ya que empiezan a quedar atrás las composiciones de Jazz que permitían intercalar textos hablados de una manera más orgánica, para dar paso a las Ópera Rock enteramente cantadas. En dicha línea, a los ya mencionados Andrew Lloyd Weber sumaría sus icónicas creaciones «Jesucristo Superstar«, «Cats» y «El Fantasma de la Ópera» (que ostenta el récord de mayor cantidad de representaciones, desde su estreno en 1986 a la fecha)

Se puede decir que durante los ’80 en Broadway, los ingleses desembarcaron últimos, pero quedaron primeros.

EL REINADO DE DISNEY

En los umbrales de los ’90 la compañía de Mickey Mouse ya había construido un imperio dentro de la animación, habiendo contribuido en los ’70 con un título icónico en el género musical: «Mary Poppins«. Tanto por sus tramas como por sus canciones y el encanto de sus protagonistas, el público decía que sí a todo lo que Disney proponía, y la niñera voladora no fue la excepción.

Esto tuvo gran incidencia en la formación y el gusto del público infantil que creció viendo y oyendo historias dónde los personajes se comunicaban a través del canto y la danza.

Si bien muchas películas de Disney no son musicales, el equipo de Marketing sabe que las franquicias que incluyen canciones resultan más atractivas para el público cuando se las adapta a un escenario, volviendo a captar así la atención de los espectadores que las vieron en cines y motivándolos a adquirir nuevas entradas para la versión teatral.

Este fenómeno -de llevar grandes títulos del cine al teatro- instaló algo que se conoce como la «hollywoodización» de Broadway. Debido al nivel de espectacularidad y efectos especiales que requieren estos montajes para que ese universo animado de un film se refleje dentro de una sala teatral (con artistas y elementos reales).

La taquilla global creció exponencialmente cuando estos títulos se volvieron los favoritos para asistir en familia. De allí que no suelen pasar más de uno o dos años sin que se estrene alguna producción de este tipo. Eso nos ha brindado títulos que marcaron infancias desde la pantalla y desde el escenario como «El Rey León«, «Bella y Bestia«, «La Sirenita» o «Aladdin«.

Ese legado se reforzó entre los 90 y los 2000 mediante la TV por cable, agregando a la lista de éxitos, producciones exclusivas para la pantalla chica, con las sagas de «High School Musical«, «Team Beach Movie» o «Descendientes«. Casualmente el director de estas 2 últimas Kenny Ortega produjo para NETFLIX la serie «Julie & The Phantoms«, haciendo despegar con fuerza una historia con buenas canciones dentro de la plataforma de streaming.

GENERACIÓN GLEE

El último Rey Midas de la TV mundial es sin dudas Ryan Murphy (creador de «American Horror Story«, «Versace«, «Pose«, «Scream Queen» entre tantas otras)

Y él ha sido el responsable de que el musical no decaiga en esta última década que acabamos de cerrar. Durante 6 años (2009 a 2015) la serie «Glee» se instaló en todo el mundo con un suceso increíble (vendiendo más de 30 millones de sencillos digitales y más de 10 millones de discos físicos)

Sus personajes y canciones generaron un revival del musical tan fuerte que, según se publicó tiempo después, hasta hizo aumentar las inscripciones en Academias de Música y Escuelas de Actuación de cada país donde se emitió.

Y para despedir la década (y cerrar este artículo) Ryan Murphy nos regaló en 2020 un Musical que se puede ver actualmente en Netflix: «The Prom». No es un título tan reconocido ya que está basada en un obra estrenada en Broadway en 2016, pero vale la pena verla, al menos por el placer de ver nuevamente cantar y bailar a la icónica Meryl Streep (Mamma Mia) junto a la siempre deslumbrante Nicole Kidman (Moulin Rouge) y al carismático conductor de ‘Carpool Karaoke’ James Corden (Into the Woods)

Para despedirnos, lo hacemos como siempre, presentándote a parte de nuestro equipo de Groove, en este caso y como el tema lo ameritaba, dos apasionadas de la danza y la comedia musical:

ANDREÍNA ZERLIN. Talento llegado desde Venezuela que además de ritmos urbanos conoce la magia del flamenco y te atrapa con su simpatía caribeña.

VICKY GONZÁLEZ. Además de sus coreos hemos disfrutado de sus personajes en obras teatrales como «Cretinos Solemnes» «Medida x Medida» y la nominada a 9 Premios Florencio «Todo por Culpa de ella». Y quizá también sea ella la culpable de que te apasiones por los escenarios!

 

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